Leandro Mohamad, Gerente para Latinoamérica de Salud y Nutrición animal en Christian Hansen, empresa de origen danés con más de 140 años de trayectoria en microorganismos para la fermentación, nos cuenta sobre las ventajas del uso de inoculantes en el silo de maíz.
Leandro es Médico Veterinario, egresado de la Universidad Nacional del Litoral en Esperanza, Santa Fe, con una Especialización en Producción Bovina de la Universidad Católica de Córdoba. Hoy ya lleva más de 10 años trabajando en la multinacional.
– ¿Qué es un inoculante?
– Un inoculante de silo es un aditivo microbiano que se introduce dentro del ensilado para dirigir y controlar la fermentación del forraje. El ensilado es uno de los principales alimentos de las vacas lecheras de todo el mundo y controlar este proceso es fundamental para entregar al animal un producto de alta calidad que impacte directamente en una mayor y mejor producción lechera. El inoculante ayuda a lograr una fermentación homogénea o pareja en todo el silo, ayuda a disminuir las pérdidas de materia seca por dióxido de carbono generado en el proceso y aumenta de la palatabilidad del forraje llevando al animal a un mayor consumo.
– ¿Desde cuándo se utilizan inoculantes?
– Los inoculantes han empezado a utilizarse en la década del ’60. En esa época su utilización era principalmente para inducir un rápido descenso del pH o dicho de otro modo para lograr una alta acidez del silo, se usaban principalmente en pastos, donde acidificar rápidamente es muy importante y su uso disminuía las pérdidas. La tasa de utilización fue aumentando al punto que hoy se inocula aproximadamente el 50% de los silos en Argentina. La evolución de esta tecnología lleva a que hoy podamos ofrecer productos más específicos, como ejemplo para fermentar productos de alta cantidad de proteínas como son la alfalfa, plantas de soja o trigo y avena en estado vegetativo. Por otro lado tenemos inoculantes para aumentar la estabilidad del silo al momento de la extracción, que son los específicos para plantas de maíz y de sorgo. También ofrecemos inoculantes más específicos para los silos puentes o silos de autoconsumo. Por lo tanto hoy, hay diferentes tipos de inoculantes para cada necesidad concreta.
– ¿Cómo crece hoy la tasas de utilización de inoculantes?
– Todavía falta mucho camino por recorrer y a que muchos productores se animen a su utilización. Además, vemos productores que todavía no hacen un correcto uso de los inoculantes, por un mal manejo de ellos o una elección incorrecta del producto. Es frecuente que, en visitas a establecimientos lecheros de alta cantidad de vacas, encontremos la comida caliente en el comedero. Esta elevada temperatura es un indicador de re fermentación o fermentaciones no deseadas y mucha veces se desconoce que esto afecta la performance animal y que esto se pudo haber evitado con el uso de un buen inoculante en el silo.
Por otro lado, no todos los productores o los técnicos logran evaluar los beneficios de la tecnología. Durante muchos años, algunos técnicos planteaban que no era necesaria su utilización en los maíces ya que la cantidad de microorganismos que venían del campo con las plantas eran suficientes para acidificar. Todavía hay muchos que creen que tener un silo caliente es normal, y lo que sucede realmente en un proceso de re fermentación que lleva a perdidas de materia seca, disminución de la palatabilidad, generación de gases y de nitrógeno amoniacal.
Pero en la medida que el productor de leche se va especializando y va logrando una mayor producción individual por vaca, la utilización de inoculantes es necesaria para elevar la calidad de alimento.
– ¿Cómo es la correcta utilización del inoculante?
– La correcta utilización parte por la elección de un producto que aplique al menos entre 100 mil y 150 mil UFC (unidades formadores de colonias) por gramo de pasto a fermentar para dominar la fermentación. Una vez seleccionado el inoculante, se diluye en agua y se asperja en el forraje picado en el momento en que se está cosechando a través del tanque aplicador que traen incorporados las cosechadoras actuales. Cuando se compacta ese material y se extrae el aire, los inoculantes comienzan a trabajar convirtiendo los azucares en ácidos, disminuyendo el pH y logrando estabilizar el silo. Esta biotransformación de azucares a ácidos permite guardar ese forraje a través del tiempo.
Hay que tener cuidado hay en el mercado un montón de productos que tienen una baja tasa de inoculación o tienen pocas bacterias vivas por lo cual no van a lograr el efecto deseado. Hay que elegir productos probados
– ¿Cuál sería tu recomendación para un productor que no utiliza inoculantes?
– La fermentación tiene pérdidas por generación de dióxido de carbono entre un 3% y un 5% en kilos de Materia Seca (MS). En el caso puntual de alfalfa, no es posible lograr el descenso del pH a valores adecuados de 4,2 sin la utilización de un buen aditivo. También va a haber fermentación de proteínas, con lo cual va a aparecer un alto porcentual de nitrógeno amoniacal. Todo esto impacta en un menor consumo por parte del animal.
En al caso del silo de maíz, sorgo o granos húmedos la principal ventaja de la utilización de inoculantes específicos radica en menor pérdida por fermentación y fundamentalmente silo fresco durante la fase de extracción, los silos de maíz se calientan porque hay deterioro por levaduras. Estas levaduras son inhibidas por la falta de aire cuando el silo está cerrado, pero cuando se extrae el silo entran en contacto con el aire y producen una pérdida secundaria llevando a malos olores u otras consecuencias que llevan a un menor de consumo por parte del animal. También pueden aparecer hongos o mico toxinas, en situaciones más graves.
– ¿Alguna recomendación final?
– Mi conclusión es que las vacas lecheras de alta producción son sensibles a los cambios. Los productores de leche utilizan el 40-60% de ensilaje en su ración. Mantener un alto nivel de producción requiere forraje de buena calidad durante todo el año y que los buenos inoculantes ayudan a lograrlo.