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Federico Martínez continúa la tradición familiar y encabeza la veterinaria que abrió su abuelo.

 

Casi como dice el refrán: “no hay dos sin tres”: Federico Martínez (42) constituye la tercera generación que da continuidad a la veterinaria familiar convertida en una referencia en Bolívar, con casi 75 años de trayectoria.

Cae la tarde en la ciudad del centro bonaerense y Federico, al término de otra extensa jornada de trabajo, atiende a ESPACIO PRIMIA para contar las vivencias y los cambios en la ganadería y en su actividad en todo este tiempo.

“La veterinaria viene de 1946 con mi abuelo que abrió con la representación de Rosenbusch. Después la continuó mi padre y yo me inicié en 2005”.

Luego de recibido en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de La Plata, Federico retornó a su ciudad natal “Empecé trabajando con mi padre junto con otros veterinarios y hace tres años me hice cargo de la parte comercial porque él colgó los botines. Estamos con mi esposa, quien es veterinaria también; otra veterinaria, que nos da una mano en pequeños y otro chico más que trabaja en la parte técnica y servicio a campo”.

El asesoramiento a los productores de la zona abarca en carne cría, invernada y engorde. No se trabaja en tambos.

Martínez se sumó a la empresa familiar en 2005, época en que la soja mandaba por sobre otra cualquier actividad no solo de granos, solo también pecuaria. “Muchos productores descuidaron las vacas, hicieron mucha agricultura y quedó el productor ganadero real. En esa época de crisis, porque el precio de la carne en relación al grano era muy malo, la bancó, puso tecnología y subsistió. Quedó en un porcentaje grande que invierte en la cría. Lo propio sucedió con la lechería; se cerraron muchos tambos y quedaron los más eficientes”.

El asesoramiento se adapta a los requerimientos de los productores. “Con algunos sólo participo en la época de tacto, de revisación clínica de los toros, en la parte sanitaria y hay productores con más injerencia en manejo a diario”.

Consultado sobre el perfil del productor que asesora, Martínez explica que Bolívar es un partido que está muy dividido. “Hay productores chicos, medianos y un porcentaje muy bajo de grandes (de más de 500 hectáreas). Los que más tecnología invierten son los medianos a grandes y en los últimos años muchos vienen haciendo lo que hay que hacer. Pero necesitamos una estabilidad económica. Los problemas climáticos han estado y van a seguir estando, pero con lo que no tenemos regularidad es con los precios. En todas estas devaluaciones el grano copia enseguida al dólar y la cría queda muy atrás. Los márgenes cambian muchísimo”.

Claro está que la situación afectada en distinto tenor según las características particulares de cada campo. “Hay un sector más ganadero y otro más agrícola”. El productor que hace su propio grano enfrenta sin tantas dificultades esta coyuntura como lo hace el de los campos marginales que no cuenta con un campo para hacer grano y tiene que salir a comprarlo. “En esos campos generalmente se hace cría pastoril y muy pocos los que hacen ciclo completo. Al salir a comprar granos los números cambian”.

Martínez ve el presente con “incertidumbre”, por cuestiones políticas y económicas. “La relación de los granos con el gordo está bastante dispar. Hubo un aumento pero la verdad que está complicado”. Al respecto advierte que “tras cada devaluación nos cuesta levantarnos a los que hacemos cría, nos queda muy lejos”.

Más en especial frente a estas adversidades Martínez aconseja a los productores “seguir invirtiendo, seguir trabajando, porque no se puede descuidar y caer los índices productivos y reproductivos. En épocas de crisis tenés que ser mucho más eficiente y optar por tecnología y herramientas para sacar lo mejor. No nos podemos dar el lujo de dormirnos y que cualquier índice productivo nos pegue una paliza, son números muy finos”.

En cuanto a la apertura de nuevos mercados generados durante el gobierno de Macri, Martínez advierte: “veo algo que muchos se ponen contentos porque exportamos carne y vacas a China, vaca de descarte y vaca gorda y lo relacionamos con el valor del vientre o del novillo que lo sigue marcando el consumo interno. Para mí, como productor, no tiene sentido vender la vaca de descarte con un buen valor y tener el novillo en 1,10 dólar, un vientre a 500 dólares. No lo veo tan beneficioso desde ese punto de vista”.

Es concluyente al resaltar los aspectos que son trascendentes para la producción: “estabilidad en precios, rentabilidad, no existen créditos productivos y esto tiene que volver. ¿Cómo hace un productor para financiarse, invertir en pasturas que están en dólares o en infraestructura”.

Respecto de su relación con Primia comenta que la veterinaria era distribuidora de una empresa colega, pero que por cuestiones de distancia se complicaba la logística y el flete. “Empecé a ver con productores con quienes trabajo como fue creciendo Primia y fui viendo la calidad en alimentos y el aporte técnico y surgió la posibilidad del cambio. Hoy nos queda más cómodo, tenemos los chicos acá, el apoyo técnico a diario, la logística es muy buena. Así que ganamos en tranquilidad y tenemos un producto de calidad. Estamos empezando, hay mucho para hacer”.

De la empresa resalta que “tiene buen precio y la calidad es de primera”. Resalta además el apoyo técnico y el servicio administrativo que al ser muy simple facilita el trabajo. “Esta sociedad es un apoyo importante y hay mucho mercado para crecer. Con estabilidad económica vienen tiempos buenos, si nos ayudan los gobiernos, ya que el clima no lo podemos manejar”.

En cuanto al lugar que la nutrición ocupa en el asesoramiento al productor, Martínez afirma que es “sumamente importante. Cuando me recibí tuve en mente hacer reproducción y nutrición. Hice el postgrado en reproducción y quería hacer el de nutrición pero por cuestiones familiares no pude hacerlo”.

A su criterio “nutrición, producción y reproducción” constituyen “lo más importante” para el productor.

Con relación a los cambios que ha percibido en estos años de trabajo, Martínez ve a los productores “más abiertos” que antes. “Yo que tuve la suerte de vivir la época de mi padre, hace 20 años, noto que hay un cambio grande. Preguntan más, se asesoran más e invierten más en sanidad, en nutrición, en reproducción. Hoy están muchos más interesados. En genética están creciendo mucho los productores y las cabañas.

“Hablando con mi padre en su época -20 ó 30 años atrás- hacían mucha clínica, atención de partos, cesárea, prolapso, parto distócico. Hoy ha mejorado tanto el manejo de productor y la venta de toros con facilidad de parto, que eso es ahora secundario. El productor no tiene problemas de distocia, es algo muy importante”.

Al final de la charla y más allá que en el contexto actual “estamos todos con mucha incertidumbre” Martínez resalta que “hay productores con muchas ganas de invertir y seguir para adelante”.

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