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Mucho más que un concepto teórico es un pilar en el resultado de la explotación/ La responsabilidad de toda la cadena y los desafíos que plantea el comercio exterior bajo el análisis de un especialista.

Una definición con cierto consenso indica que el bienestar animal “es un estado en el cual el animal se encuentra en buenas condiciones nutricionales, de sociabilización con los otros animales, en un ambiente donde puede expresar su potencial genético de producción sin sufrir estrés”.

El veterinario Mariano Peralta, del departamento de Nutrición de Bovinos de Vetifarma, aclara que “no se trata de un concepto solamente teórico, ya que animales que están sin estrés producen más, mejor y son más rentables; entonces el bienestar animal empieza a ser una cuestión económica. Un animal sano es un animal que no sufre, que tiene menor estrés, va a producir mejor y va a ser mejor la calidad de la carne”.

Entre los aspectos que más estrés animal generan, se mencionan el barro, la imposibilidad de tomar la suficiente cantidad y calidad de agua (desde una merma en la producción de carne de 300 ó 400 gramos inclusive hasta sufrir la muerte en los casos más extremos), la falta de sombra en el verano y un deficitario manejo nutricional.

La parte de manejo es una de las más complejas “porque no solo se trata de poner más plata, sino también de un proceso educativo en la gente que realiza los trabajos en forma diaria. Incluso derribar mitos, como por ejemplo, que los que perros son indispensables o eliminar la picana en la carga y descarga de hacienda. Reeducar a la gente en cómo manejar la hacienda teniendo conceptos teóricos en lo que es el comportamiento animal, que es una presa, un herbívoro y que está huyendo permanentemente del depredador; entonces hay que utilizar todo ese conocimiento como una herramienta. Eso se vuelca en manejar a los animales en forma menos agresiva, más amigable, que se sientan menos amenazados, que sufran menos y eso se expresa en mejor performance y mejor calidad de carne”, sostiene el especialista.

Peralta considera -en su entrevista brindada a ESPACIO PRIMIA- que en los últimos tiempos se sumó a un mayor compromiso de los ganaderos la presión cada vez más notoria de los consumidores. “Los compradores, es decir los frigoríficos exportadores, castigan aquellas carnes que pierden calidad y no bajan su PH, que se ponen oscuras después de la faena, porque el animal previo a ella sufrió o se estresó. Te castigan con el precio y ahí empiezan a darse cuenta” de la importancia del bienestar animal.

Lo mismo ocurre cuando se le ponen números a las pérdidas por estrés por calor, por efecto del barro en un confinamiento. “Ahí como que el productor empieza a verlo y a responder. Eso es lo que uno ve con gente preocupándose mucho más por la cantidad y calidad de agua que reciben, por los horarios en cual uno maneja el animal en el verano y como ha mejorado mucho la infraestructura con mangas, corrales, diseño de cargadores que son mucho más amigables con el animal y hace que uno tenga que evitar arriarlos y pegarles y no meter perros”.

Al referirse a las diferentes situaciones que se plantean en torno al manejo del bienestar animal desde la producción, Peralta puntualiza que “la Argentina es muy grande, hay varios sistemas de producción y una variabilidad de productores muy grandes, que hace que quienes hacen esto más rápido sean más empresariales y hay todo un grupo de productores a los cuales les cuesta mucho más tecnificarse. Pero sin lugar a dudas que se ha avanzado muchísimo y hay muchísimo más por desarrollar”.

Consultado por una puntuación del uno al diez en torno al manejo que hacen los productores del bienestar animal, Peralta no duda en señalar que “debe haber productores y zonas rurales con un 3 y productores con un 8 o un 9; es algo completamente dispar. No te olvides que tenemos regiones de producción de carne muy amplias, con climas muy diferentes, con idiosincrasia de la gente del lugar muy diferente, y hasta concepción muy diferentes de las empresas. Por ejemplo, una empresa que viene de la parte avícola, de leche o de cerdo, tiene una concepción mucho más formada y no es lo mismo que aquellos productores que vienen de una vieja escuela de criador antiguo, con quien se hace mucho más difícil derribar esos mitos”.

Agrega además que “la ganadería es muy amplia. No es lo mismo trabajar con animales británicos en campos chicos como en la cuenca del Salado, con mucha relación con el hombre o encerrar animales que vienen de una etapa de cría en el monte, en los esteros o en las montañas. Hay diferencias muy grandes en los sistemas de producción, pero los avances son muy importantes, aunque queda mucho por hacer”.

En una respuesta dirigida a quienes pueden creer que el encierro a corral de los animales puede perjudicar el bienestar animal, Peralta afirma que “no necesariamente” es así. “Un animal que está más frecuentemente en contacto con el hombre al momento de trabajar, al encerrarlo o cargarlo tiene menor estrés porque ya tiene un cierto conocimiento de lo que es el hombre, o el tractor. Hoy hay sistemas intensificados muy amigables con el animal porque tienen en cuenta todos estos estudios de comportamiento, que hace que el animal sufra menos que en otros sistemas que son muy extensivos pero al momento de hacer un encierre o algún trabajo, uno los hace en forma muy brusca.

“Sí es cierto que cuando un sistema intensivo se hace mal el riesgo es mayor, la macana es más grande. Pero si querés hacer un paralelismo con un tambo,  hoy los tambos estabulados con compost por ejemplo, son grandes pero las vacas están tan confortables que están produciendo más que en otros tambos”.

Si bien el productor tiene una parte importante de responsabilidad en el bienestar animal, al tratarse de una cadena, el manejo que haga es una condición necesaria pero no suficiente.

“Uno puede haber manejado el tema de la cría, recría y engorde y en 24 horas previa a la faena se puede destruir todo lo que se hizo en tres o cuatro años”, puntualiza el profesional. Por eso se trabaja en forma conjunta con todos los eslabones. “Tratamos de abarcar lo que más se puede. Como esta es una cadena a veces estamos involucrados con los criadores, a veces con los recriadores y el engordador, a veces con la faena. Uno tiene que involucrar varias empresas pero se trata que no se destruya en 24 horas todo lo que costó construir”.

Desde hace ya un tiempo Vetifarma mantiene una estrecha relación con Primia. “Tratamos de brindar un servicio en nutrición animal y darle un vuelco diferente. Que no sea más que la formulación de un alimento balanceando o un concentrado y que el servicio que brindamos vaya más allá de la planta de alimentos. Si podemos fabricar el mejor alimento o el mejor núcleo de Vetifarma pero si después hacemos un desmanejo con los animales no hay buen alimento que funcione, va a ser ineficiente o poco rentable. Entonces, es nuestro principal interés estar involucrados en todo el sistema y que no sea simplemente fabricar un alimento”.

El auge del comercio exterior en carnes en una circunstancia que incide positivamente en el bienestar animal. “El aumento de las exportaciones ha hecho que ingrese otro consumidor a comer nuestras carnes; ese consumidor es el que está poniendo otras exigencias y nosotros somos los que estamos respondiendo ante ellas. El aumento de la exportación es el traccionador de todo esto del manejo del estrés, la calidad de carne y está cambiando el paradigma de lo que es calidad de carne. Y todo eso está siendo traccionado porque hay otro consumidor nuevo que pasa a ser muy importante y que nos lo está pidiendo. Si no lo hacemos, no nos compra. Como queremos que nos compre, les estamos haciendo caso.

Se ha mejorado mucho a partir del aumento de la exportación, con lo cual hubo un cambio rotundo en el manejo pre faena, faena y post faena, con todos estos cambios de las exigencias de los frigoríficos de exportación” concluye Peralta.

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