Compartimos una charla con Omar Disalvo, de la Estancia Don Daniel, en Olavarría. Nos contó su experiencia con la falta de magnesio y hoy como logra controlarla.
—Esta tirada en el suelo. Vení rápido, por favor. No, para…, son varias. Están caídas. Necesito tu ayuda ahora. No sé qué hacer. Por favor, vení rápido. —le dijo Omar desesperado a su veterinario. Esa madrugada Omar se despertó de un mal sueño y supo que ese día no iba a ser como cualquier otro. Iba a ser diferente, muy diferente.
Omar es productor agropecuario. Está instalado desde 1956 en la cuenca del salado. Tierras que su padre eligió para comenzar una nueva vida como criador de Aberdeen Angus. En ese momento él era apenas un gurí que caminaba las calles de su Olavarría cada vez que lo dejaban acompañar a quien fuera al pueblo.
Esa mañana, como los sueños predijeron, nada bueno lo esperaba. En su recorrida habitual por sus lotes, sus ojos se agrandaron al ver a ocho de sus vacas caídas. Algunas ya tiesas. Otras con fuertes temblores, la mirada perdida y una actitud agresiva poco habitual.
Hace tiempo ya le había llamado la atención como bajaba la tasa de preñez en su ganado. En las buenas épocas, rondaba el 80%, hasta un poco más arriba en temporadas muy buenas. Hoy ya andaba por el 72% o menos. Algo había que hacer. Consultó con especialistas, pidió ayuda al INTA, a la Facultad de Agronomía de Tandil, realizó análisis de suelos y pasturas, hizo todo lo que estaba a su alcance. La conclusión fue contundente: hipomagnesemia. Sus animales estaban asimilando dosis de magnesio muy por debajo de lo requerido. Diagnóstico que se agravaba en las épocas de invierno, principios de primavera, cuando se acercaba el tiempo de pariciones y posterior recuperación y lactancia de sus nuevos terneros.
Ante la urgencia de esa fría mañana en Don Daniel, el veterinario les aplicó magnesio inyectable a las vacas más críticas. Que para peor, eran las más grandes, ya que su organismo demandaba mayores dosis de magnesio y la pastura no se las entregaba.
Pero esta solución es costosa, dura apenas unos días y no da garantía de buen resultado.
Así comenzó su búsqueda de alguna solución para prevenir casos de hipomagnesemia en su ganado. Probó casi todo lo que le ofrecieron. Sales de magnesio, bloques semiblandos, lo que fuera. Pero durante 2 temporadas nada le resultó eficiente.
Entonces fue cuando se encontró con Matías, de Primia Nutrición, y le comentó su problema. Él le ofreció un producto que habían desarrollado para los casos de deficiencias de magnesio. El cual a diferencia de las sales, viene en forma de pelet y con saborizantes que lo hacen mucho más atractivo para el animal.
A partir de ahí, hace ya más de dos temporadas, que Omar tiene resuelta la falta de magnesio en tiempo de periparto, posparto y lactancia de su ganado. Y como productor inquieto, le pidió a Primia que le agreguen selenito al suplemento para que sus hembras estén mejor preparadas para el servicio y recuperar las tasas de preñez de épocas anteriores.
—Es lindo cuando te escuchan y te entienden. Yo venía con información de verdad, no hablaba como un caprichoso que quiere que lo escuchen y nada más— confiesa Omar.
Hoy, sesenta días antes y sesenta días después del parto, complementa la dieta de sus animales con las sales de magnesio peleteadas de Primia.
—Hay que agregar este costo al de la producción. Pero sin duda vale la pena, antes que tener animales muertos cada invierno— comenta Omar.
Hoy Omar está tranquilo y sabe que la desesperación de esa mañana, no la volverá a vivir. Aunque sea por falta de magnesio. Tema resuelto.
Ahora apunta a llenar la mayor cantidad de vientres cada temporada. Así aprendió de su padre. Ahora les enseña a sus hijos y en cuanto pueda, lleva a su nietita Emilia de recorrida para que las generaciones de Don Daniel sigan criando Angus negras en la Cuenca del Salado.