Entrevista con el economista Nicolás Torre.
¿Se puede volver a achicar el rodeo ganadero?
Las retenciones a las exportaciones de los productos agropecuarios vuelven a estar en el centro de la escena, a raíz de la decisión del Gobierno Nacional de ajustar las alícuotas y tener margen para subirlas aún más.
Espacio Primia entrevistó al economista Nicolás Torre, investigador del IERAL Fundación Mediterránea, quien brindó su punto de vista respecto de la decisión adoptada y de sus posibles implicancias para productores y consumidores.
A pesar que el precio promedio de agosto resultó levemente inferior (-1,4%), en relación al registrado en el mes de julio pasado, la tendencia moderadamente positiva mostró una variación del (+8,8%) al comparar los meses de agosto interanual.
“En todo momento y en todo lugar los derechos de exportación son un impuesto extraordinario a las producciones –resalta el economista Nicolás Torre, investigador del IERAL, Fundación Mediterránea- . Argentina tiene una historia muy rica en términos de crear impuestos extraordinarios. Especialmente a las exportaciones de sus productos estrella, los agroindustriales.
“De nuevo a los granos, la carne, los lácteos, que hace un año tienen derechos de exportación móviles, ahora le han sacado el tope y ahora van a quedar en el tope máximo impuesto al monto fijo”.
– Se debe aclarar que el tributo graba a la totalidad del grano, no solo lo que se exporta.
– Dado que nuestras cadenas son superavitarias en volumen de producción para satisfacer el consumo interno, como gran parte de la producción sale al exterior como exportaciones, el derecho de exportación termina operando como un ancla o fijador de precio interno de estos productos.
– ¿Qué puede aparejar como efectos positivos y negativos esta medida?
– En el caso de la carne, que hasta el 2015 tenía un 15% de derecho de exportación y además estaban los ROE, tiene como efecto disminuir el precio interno y desincentivar la producción de hacienda. Cuando se quitaron los derechos de exportación la cadena reaccionó produciendo más carne.
Hay que tener en cuenta acá que el ciclo productivo de la ganadería lleva medianamente tres años en expresar una reacción a los precios. El productor retiene vientres, luego tiene más cría, esas crían crecen, se engordan y mandan a faena.
El crecimiento del volumen de carne producido el último año es el resultado de casi tres años de mayor retención de vientres para poder generar más producción potencial a futuro.
– Si bien venía mejorando la producción de carne en los últimos años hay quienes sostienen que la faena de vacas que se estaba haciendo no era tan positiva.
– Venía incrementándose el volumen de carne ofrecido para faenar, eso incluía en los últimos dos años un creciente número de faena de vacas para producción de carne, fundamentalmente para exportarla a China.
En parte eso también le estaba mejorando el precio de las vacas a faena, lo que era relativamente bueno para toda la cadena, porque mejoraba la rentabilidad global de todos los tipos de productos que produce la ganadería.
La vaca no es el producto estrella de la cadena bovina, pero mejorar el precio de un producto secundario también mejora la rentabilidad global.
El tema es que la dinámica de crecimiento de la cadena bovina es lenta. El record de exportaciones está conectado en parte a que la decisión de acelerar la inversión se tomó allá por 2016 y recién ahora se están viendo los frutos.
Estamos como en un situación parecida al 2005. La Argentina estaba en ese momento con crecientes volúmenes de oferta de hacienda, se llegó casi a niveles record de exportaciones. Y en ese momento el Gobierno aplicó por primera vez el Registro de Operaciones de Exportaciones bloqueando el volumen exportado, armando como una cuota máxima y eso tiende a afectar el precio interno de la hacienda presionando hacia abajo.
En aquel momento combinando efectos de retenciones más los cupos de exportación, se produjo un fenómeno que inicialmente fue muy favorable para los consumidores argentinos porque al perder rentabilidad los productores aceleran la liquidación de animales y generan una mayor liquidación de hacienda para faena. Terminamos liquidando hasta 2010 ó 2011 10 millones de cabezas sobre un total de 58.000.000, el 18% del rodeo.
Los productores ganaderos no querían continuar en la actividad por la mala rentabilidad. El consumir doméstico estaba feliz porque la carne estaba regalada en dólares.
– ¿Puede repetirse esta situación?
– Ahora el derecho de exportación es más bajo que en aquel entonces y todavía no hay señales de aplicar un registro de operaciones de exportación, por lo tanto me parece que no estaríamos en una situación más complicada que en aquel entonces.
Mirando precios de la hacienda en estos últimos años, Argentina volvió en estos últimos tres o cuatro años a tener promedios de valores muy bajos en dólares, 1,20 dólar por kilo. A nivel productor como incentivo realmente lo hace poco atractivo. El que está adentro tiene que terminar el ciclo, pero está dando una señal que ese negocio no es tan interesante hacia el futuro y él va a trasladar ese mal precio al criador, el criador se va a ver desincentivado a producir cría y se va a desacelerar el crecimiento o perder rodeo tal vez a una velocidad más lenta.
A favor de los consumidores es beneficioso, pan para hoy y hambre para mañana.
– ¿Este sistema de retención es favorable para los que hacen engorde al bajar también el precio del maíz?
– El feed lot sería el único modelo de agregado de valor en cadena agroindustrial que se va a ver beneficiado transitoriamente por una situación sorpresiva porque es consumidor directo del maíz grano para las dietas
Ese beneficio le va a durar uno, dos o tres años, según sea el impacto de estos nuevos niveles de derechos de exportación de los granos. Pero en algún momento va a faltar hacienda para engordar; o sea que va a ser un negocio transitorio pero no se va a poder sostener en términos dinámicos de tiempo, al no haber hacienda para engordar no va a poder engordar nada.
– En el grano la situación de retenciones es peor porque encima estamos con un año particular con incertidumbres por el tema climático, verdad?
– En el caso de los granos lo que hay que visualizar es que el diferencial a favor de los cereales principales (maíz y trigo) es menos claro que en el pasado. Si bien el trigo no compite con la soja sí lo hace el maíz contra la soja y me parece que el nivel actual de retenciones del maíz lo desalienta en comparación a la soja.
La campaña actual ya está plantada, no vamos a ver efectos ahora, pero si lo vamos a ver para la decisión de inversión del año que viene.
– ¿Qué alternativa tenía el Gobierno antes de incrementar las retenciones?
– La discusión más macroeconómica que viene desde hace varios años es que el Estado nacional tiene un volumen de gasto infinanciable. Hay que buscar la manera de que ajuste su nivel de gasto para el nivel de bienes y servicios públicos que produce.
Es un proceso doloroso, seguramente, pero es necesario para que el Estado alinee producción de servicios a lo que cobra en impuestos.
Me parece que por ahí se venía trabajando en los últimos años y de hecho hay datos de varios macroeconomistas. Se habla que en la suma de los tres niveles de Gobierno estaba generándose un nivel de gasto público en nivel de PIB del 46% y había bajado al 42% en 2019. Cuatro puntos de adelgazamiento del peso del Estado en la economía, a favor de hacer más eficientes los procesos productivos del Estado.
– Pero esa tendencia entró en reversión, no sólo por retenciones, sino por subas en Ingresos Brutos e impuestos provinciales muy altos
– En parte están siguiendo inflación, pero al margen de eso se ha hablado en Buenos Aires y Santa Fe de incrementos del 80 ó 90 por ciento, ganándole por más de 20 puntos a la inflación de los últimos 12 meses.