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Las vacas en sistemas a base pastoril o mixto están expuestas en los meses de verano a la radiación solar directa, con muy poca sombra a disposición. Lo mismo pasa con los comederos, bebederos y patios de espera. Es necesario tomar algunos recaudos para resguardar a los animales de las altas temperaturas.

Matias Aba - Responsable Técnico Comercial

Matias Aba

Médico veterinario y técnico comercial de Primia

Una información se difundió últimamente sobre la muerte de miles de bovinos en Santa Fe como producto de estrés térmico a causa del calor y la humedad. Esto no debe pasar desapercibido por el productor ganadero. En relación a este episodio, varios productores se expresaron en las redes sociales recordando casos que se dieron en la provincia de Buenos Aires en 2014 donde la aparición de “claviceps purpurea” produjo una alta mortandad en ese momento. Claviceps es un hongo que genera, en el animal intoxicado por la pérdida de su capacidad de disipar el exceso de temperatura corporal. El predisponente podría haber sido algo en el alimento, pero el determinante es el calor. Los signos de muerte de los animales son de estrés térmico; eso es lo que la necropsia estaría arrojando.

Estrés térmico

Frente un aumento de la temperatura ambiente, el animal trata inicialmente de incrementar la eliminación de calor por vasodilatación subcutánea y evaporación de agua a nivel respiratorio. Si esto no alcanza, comienza a reducir sus desplazamientos y, por último, disminuye la ingestión de alimentos. A partir de una cierta temperatura ambiente, la vaca no logra mantener su homeostasis y es cuando ingresa a un estado de estrés calórico. A la temperatura ambiente en la que se produce esta situación, se la llama temperatura crítica superior.

No es necesario realizar grandes inversiones para proteger a los animales de las altas temperaturas, de debe llevar a cabo un buen manejo del rodeo, de las instalaciones, realizar buenas prácticas agropecuarias y la capacitación del personal encargado de los animales.

La clave está en observar al animal, ofrecerle lo que necesita: mucha agua de buena calidad, ventilación y sombra básicamente.

Los mecanismos de regulación de temperatura se adquieren progresivamente con la edad. Por lo tanto, los terneros y animales jóvenes son mucho más sensibles que los adultos. Además las vacas en ordeñe son más susceptibles al estrés calórico que las vacas secas, debido al mayor calor metabólico generado durante la lactancia.

Signos asociados a monitorear sobre el comportamiento de las vacas:

  • Aumento del ritmo cardiaco (más de 80 pulsaciones por minuto, normal= 35-50 por minuto).
  • Incremento de la temperatura corporal (> 39ºC).
  • Respiración rápida con la boca abierta.
  • La lengua colgando.
  • Pérdida excesiva de saliva por boca.
  • Disminución de la rumia.
  • Descenso de la actividad y movilidad
  • Mayor consumo de agua de lo normal.
  • Reducción del consumo de materia seca

Recomendaciones

Para mitigar las consecuencias del calor en el tambo, los técnicos del INTA indican que es imprescindible invertir en sombras para corral de espera, potreros y corrales de encierro.

También durante las olas de calor, en establecimientos lecheros, es una buena idea llevar las vacas al corral de espera entre las 11 y 12. Ahí es importante contar con un sistema de ventilación y aspersión. Si esto no es posible hay que mojar las vacas encerradas en el corral de espera durante 20-30 minutos utilizando la manguera de lavado de pisos. Posteriormente llevarlas a un lugar con alimento, sombra y agua.

En cuento a la infraestructura, los productores deben preguntarse si cuentan con la suficiente sombra para sus animales (ya sea natural o artificial). En los potreros y lugares de encierre, el espacio debería ser de 3,5 metros cuadrados por animal. Para proveerles sombra a los animales hay varias alternativas disponibles, que van desde una adecuada forestación hasta inversiones en techos de chapa o media sombra, inclusive portátiles. También hay tambos que utilizan silobolsas viejas como techo provisorio en los corrales de espera y en otros potreros.

La oferta de agua es fundamental y debe planificarse con cuidado. Una vaca adulta necesita 120 litros de agua por día en verano y un buen acceso a las aguadas. Por eso es necesario garantizarle a los animales el acceso a agua fresca, de calidad y en cantidad.

En cuanto a la nutrición, hay que adaptar la ración disminuyendo los alimentos fibrosos e incrementando los concentrados en energía (dieta fría). Evitando desplazamientos excesivos del rodeo bajo el rayo del sol.

 

Por: Matías Aba, médico veterinario y técnico comercial de Primia

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